Ritos y ceremonias de la iglesia

Son 3 los rituales en la IASD: el bautismo, el rito de humildad y la santa cena. Fueron instituidos por CRISTO. Tienen objetivos y normas para su práctica. No se puede innovar haciendo cambios no autorizados, a menos que se ejerza creatividad dentro de los límites de las normas instituidas por la iglesia, conforme la Biblia.

El bautismo

El bautismo instituido por JESÚS, en lugar de la circuncisión, debe ser por inmersión y solo puede ser aplicado a personas que tengan conciencia de lo que están haciendo, de la decisión que están tomando. Es algo muy serio y solemne, que jamás debiera ser banalizado.

El bautismo de niños no es una institución divina. Entró en el cristianismo en el año 416, como poseyendo poderes mágicos capaces de lavar los pecados y tornar a los niños agradables a DIOS, garantizándoles la salvación. Bautizar un niño, digamos de pocos días o semanas, o incluso de pocos años, que aún no sea capaz de entender lo que está haciendo, no es más que bautizar un navío o un avión, como se acostumbra hacer. Es apenas una solemnidad sin ningún valor espiritual, y si practicada en nuestra iglesia, aunque debe ser muy raro, se trata de fuego extraño que tendrá consecuencias graves para quien participe en ello.

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La ordenanza de la humildad

Para ser ciudadanos del Reino de DIOS, para que seamos capaces de amar y ser amados, para que seamos superiores, grandes y útiles, precisamos ser humildes. La humildad es la verdadera grandeza, una grandeza que es capaz de ser útil a los otros, aquella que, por su actuación, promueve la vida, la paz y el crecimiento en los otros.

 

La grandeza según el amor viene de la capacidad de servir. Por ejemplo, DIOS es el mayor, al fin y al cabo, él es capaz de servir con perfección a todo el Universo. Y todo funciona perfectamente. Él, que es DIOS, es humilde y manso, pues su carácter es para amar a sus criaturas. Así se explica el porqué, en el Cielo, el mayor es el que más sirve.

Como en nuestro planeta lo que las personas realmente quieren es dominar, JESÚS nos dejó una ordenanza. Fue dada para que cultivemos la humildad y para que sepamos cuán importante es para la ciudadanía celestial, y también para la buena convivencia entre nosotros. Es el rito de humildad o lavamiento de los pies. Esa ordenanza precisa ser seguida como un contrapeso al orden natural del pecado, que lleva a querer ser más que los otros, aprovecharse de los otros, dominar sobre los otros subyugándolos. Si deseamos ser ciudadanos del Cielo, debemos buscar cotidianamente mediante una vida práctica, servir y no ser servidos. Así como fue JESÚS. Para mantenernos atentos a la necesidad de ser humildes, debemos practicar el rito del lavamiento de los pies.

Este ritual es considerado, incluso en nuestros días, como un acto un tanto repulsivo. ¡Lavar los pies de otro! Son sucios, hay que agacharse, sin banqueta para sentar, después hay que secar bien, se puede contaminar las manos, etc. ¿A alguien le gusta lavar los pies de otro? Exactamente ese acto no deseado por nadie, es muy apropiado para que cultivemos la humildad. Y aunque nos lavemos recíprocamente los pies, el caso de JESÚS fue mucho peor, pues tuvo que lavar los pies de todos y nadie se dispuso a siquiera lavarle los pies, solo aquella pecadora que lo hizo con perfume, y que los secó con sus propios cabellos.

El objetivo de lavar los pies de otros es vital para nosotros: cultivar por su intermedio la virtud de la humildad, para que comprendamos la importancia de servir y la inutilidad de querer ser servido, en el Reino de DIOS.

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La cena del señor

El rito de humildad nos dice que solo los humildes vencerán, que solo ellos estarán aptos para ser ciudadanos del reino en que el Rey es humilde y el cual venció el mal por medio de la demostración de humildad. La santa cena nos recuerda que nuestra salvación depende de la muerte de JESÚS en la cruz, y que Él quiere salvarnos y realizar una cena celebrando nuestra entrada al Cielo. El lavamiento de los pies fue una nueva institución de CRISTO, pero la santa cena substituyó la celebración de la pascua de los judíos. Así como ellos recordaban que fueron libertados de la esclavitud egipcia, y esperaban la venida del Cordero de DIOS que moriría por ellos, la santa cena fue instituida, desde la noche anterior a la muerte de CRISTO, para recordarnos que Él ya murió por nosotros, resucitó victorioso, nos libró de la esclavitud del pecado y que ahora solo falta que regrese para buscar a aquellos que creyeron en Él. Mientras JESÚS no vuelve, tenemos la esperanza del cumplimiento de esa promesa.

“El rito de la comunión señala la segunda venida de Cristo. Estaba destinado a mantener esta esperanza viva en la mente de los discípulos. En cualquier oportunidad en que se reuniesen para conmemorar su muerte, relataban cómo él “tomando el vaso, y hechas gracias, les dio, diciendo: Bebed de él todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados. Y os digo, que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día, cuando lo tengo de beber nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.” Mat. 26: 27-29. En su tribulación, hallaban consuelo en la esperanza del regreso de su Señor. Les era indeciblemente precioso el pensamiento: “Todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga” 1Cor. 11:26.” (El Deseado de todas las Naciones, 659)

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